La pobreza, la desigualdad, el deterioro ecológico y el descontento social son algunos de los síntomas más visibles de un sistema que parece haber alcanzado su límite. En estas circunstancias, Alejandra Laera hace un análisis de sobre la narrativa contemporánea y su relación con el sistema capitalista en un libro titulado ¿Para qué sirve leer novelas?
Por Carlos Aletto
En un mundo cada vez más dominado por las lógicas del mercado, la precarización laboral y la aceleración constante de la vida, Alejandra Laera se atreve a plantear una pregunta tan provocadora como necesaria: ¿Para qué sirve leer novelas? Su libro, publicado por el Fondo de Cultura Económica, explora las interacciones entre la narrativa contemporánea y el capitalismo, ofreciéndonos una radiografía crítica y detallada de cómo la literatura, en especial la novela, sigue siendo un espacio de resistencia, reflexión y, sobre todo, de imaginación.
Laera parte de un diagnóstico que, para muchos, es innegable: vivimos en un mundo en crisis. La pobreza, la desigualdad, el deterioro ecológico y el descontento social son algunos de los síntomas más visibles de un sistema que parece haber alcanzado su límite. En este contexto, la literatura, y más específicamente la novela, juega un papel fundamental.
El libro explora cómo las novelas contemporáneas nos ofrecen herramientas para pensar críticamente sobre el capitalismo, y para imaginar nuevas formas de vida que puedan surgir más allá de sus confines. Según Laera, la ficción nos permite “desnaturalizar” las realidades impuestas por el sistema capitalista, mostrándonos que otros futuros son posibles, aunque parezcan inalcanzables desde nuestra perspectiva actual.
La obra de Laera está dividida en tres partes, cada una centrada en un aspecto clave del capitalismo: el dinero, el trabajo y el tiempo. Estos ejes no solo atraviesan las novelas que la autora analiza, sino también nuestra vida cotidiana. Y es a través de la novela, argumenta Laera, que podemos entender mejor cómo estos tres elementos configuran nuestra existencia bajo el capitalismo.
La primera parte, titulada “Dinero contable”, se enfoca en cómo las novelas contemporáneas representan el dinero, ya sea como un símbolo abstracto o como un objeto concreto que organiza y da sentido a las vidas de los personajes.
En novelas como Historia del dinero de Alan Pauls o Diario del dinero de Rosario Bléfari, el dinero aparece no solo como un medio de intercambio, sino como un elemento que determina la vida de los personajes en todas sus dimensiones. Para Laera, estas narrativas no solo reflejan la centralidad del dinero en nuestras vidas, sino que también nos permiten cuestionar su poder sobre nosotros.
Laera también dedica un espacio a lo que llama “novelas anticapitalistas”, como Modesta dinamita de Víctor Goldgel y Derroche de María Sonia Cristoff. En estos textos, el dinero se convierte en el objeto de lucha, el símbolo del sistema que los personajes intentan derrocar o escapar. A través de estas historias, la autora nos invita a imaginar un mundo más allá del capital, aunque siempre dejando claro que este es un proceso complicado y lleno de contradicciones.
En la segunda parte, titulada “Trabajo escrito”, Laera explora la precarización laboral, especialmente en lo que respecta al trabajo de las mujeres y los escritores. En novelas como Boca de lobo de Sergio Chejfec y El trabajo de Aníbal Jarkowski, se presentan personajes femeninos que viven en mundos precarizados, donde su trabajo es observado y consumido por figuras masculinas. En estos relatos, la precarización no solo afecta a los trabajadores, sino también a los narradores, quienes luchan por encontrar un sentido en un mundo donde el valor del trabajo parece cada vez más desconectado de la realidad.
Laera también analiza cómo la literatura contemporánea refleja la precarización del trabajo en el ámbito de la escritura. En obras como Alta rotación de Laura Meradi, vemos cómo la autora se sumerge en el mundo del trabajo precario, describiendo sus experiencias en empleos temporales y mal remunerados. Aquí, la escritura se convierte en una forma de resistencia, un medio para documentar y hacer visible la precariedad en la que vivimos.
La tercera parte, titulada “Tiempo imaginado”, aborda uno de los aspectos más abstractos pero esenciales del capitalismo: el tiempo. Laera explora cómo las novelas contemporáneas nos permiten pensar en alternativas a la aceleración constante que caracteriza nuestra vida bajo el capitalismo. En textos que tratan el impacto del neoliberalismo en la vida urbana y rural, así como la crisis ecológica, la autora muestra cómo el tiempo es controlado y moldeado por las exigencias del capital. Sin embargo, estas novelas también nos ofrecen visiones de mundos desacelerados, donde el tiempo se vive de manera diferente, abriendo la posibilidad de imaginar nuevas formas de vida.
Uno de los puntos clave que Laera desarrolla a lo largo del libro es la idea de que la novela sigue siendo un espacio de resistencia frente al capitalismo. Aunque en la actualidad no se confía tanto en la novela como en otros tiempos —cuando se le otorgaba un papel social que iba más allá del entretenimiento—, la autora argumenta que la ficción todavía tiene la capacidad de hacernos ver el mundo de una manera diferente. Las novelas que Laera analiza no solo representan el capitalismo, sino que lo cuestionan, lo descomponen y, en algunos casos, intentan imaginar alternativas.
Laera retoma las ideas de pensadores como Jacques Rancière y David Harvey para subrayar la importancia de la novela en la comprensión del mundo capitalista. Según la autora, la literatura no nos ofrece soluciones fáciles ni nos muestra caminos claros a seguir, pero sí nos permite sondear las profundidades del capitalismo y pensar críticamente sobre él. En este sentido, la novela no es solo un reflejo de la realidad, sino una herramienta para imaginar un futuro diferente.
El libro de Laera se destaca por su capacidad para conectar la crítica literaria con el análisis económico y social. A través de una lectura detallada de novelas contemporáneas, la autora muestra cómo la ficción puede ayudarnos a comprender el capitalismo de maneras que otros discursos, como el económico o el político, no pueden. La novela, sugiere Laera, tiene la capacidad de desestabilizar nuestras certezas sobre el mundo en el que vivimos, ofreciéndonos nuevas formas de ver y entender la realidad.
En un momento donde el capitalismo parece haberse convertido en el único sistema posible, Laera nos invita a usar la imaginación como una herramienta crítica. Las novelas, según la autora, no solo nos permiten entender el capitalismo, sino también imaginar formas de vida alternativas. En este sentido, el libro de Alejandra Laera es una obra precisa en un momento en que el capitalismo domina todos los aspectos de nuestras vidas. A través de un análisis detallado y riguroso de las novelas contemporáneas, Laera nos muestra cómo la literatura sigue siendo un espacio vital para pensar críticamente sobre el sistema en el que vivimos. Esta obra es, en última instancia, una invitación a reflexionar sobre el poder de la ficción y su capacidad para imaginar un mundo más allá del capitalismo. Un libro necesario para entender la relación entre la narrativa y las fuerzas económicas que configuran nuestra existencia.